Hoy desperté sin quererlo, y me encontré entre tus brazos, tú dormido pero con una sonrisa en los labios, llenaste mi corazón de ternura. Éramos dos seres únicos, enamorados del amor y de la vida.
Poco a poco despertaste, me saludste con un buenos días tan dulce que sigue resonando en mi interior. Tu mirada de dormido era algo rara, más no por eso dejaba de ser bella, todo tú eras hermoso y en mí había algo a punto de estallar.
De pronto, como un golpe me azotó una fuerza terrible, el corazón a punto de explotar por esa taquicardia que me producía tu presencia, era indudable que el amor había llegado a mí, sin embargo y como muchas otras veces, no supe si ese amor llegó hasta ti. Nunca me dijiste que me amabas, pero tus hechos me lo decían, obrabas con amor y no lo valoré, necesitaba escuchar de tus labios no un te amo, me hubiera conformado con un te quiero, pero ¿de qué me sirve decírtelo ahora que ya no estás? ¿por qué es tan injusta la vida? ¿por qué te ha hecho morir? No comprendo cómo es posible vivir sin ti, me derrumbo...
Los recuerdos de cuando tú y yo éramos uno se agolpan en mi mente, hoy que me faltas tú me sobra la vida, pero ¿qué puedo hacer?, necesito estar viva y no quiero, quiero estar contigo una vez más, abrazarte, besarte, tenerte, decirte cuánto te amo, pero ya no estás más conmigo, te has ido y no hay nada que me devuelva la calma ni el deseo de vivir.
Adiós por última vez, espero algún día poder alcanzarte.
24/Abril/1997
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