
Tal vez suene un poco (o un mucho) a disco rayado, pero no puedo dejar de sonreír cuando alguien me llama ángel, (hoy fueron dos personas) y caramba… espero no azotar cuando al creérmelo intente levantar el vuelo.
Gracias, mil gracias, un millón de gracias a todas las personas que me han hecho ver que con una sonrisa y una buena intención se pueden cambiar los corazones.
Estoy feliz, lo repito, porque Papá Dios me ha abrazado con su amistad.
Es más, estoy segura que cada abrazo real o virtual que recibo, es una probadita del amor de Dios. Así que gracias por los abrazos que a diario me dan, yo haré lo propio para no dejar a nadie sin abrazar.
(¿Las sonrisas también abrazan?)